12 mayo 2010

Mojando Penas

La lluvia, el cielo nublado, ese olor a tierra mojada y tantas aves surcando el cielo de norte a sur, huyendo de las gotas ácidas que se avecinan, me hacen saltar de alegría.

Esa noche en mi Rojo lugar de recreación, la alegría no podía ser mayor, después de un largo fin de semana de preocupaciones y de lo que yo llamo la cruda moral por lo NO hecho, llegaste con la mejor sorpresa de todas, el olor a lluvia lo hacía todo especial, sin embargo, el calor de la sala de computadora me volvía a colocar en la tierra, el sudor y el brillo en la cara iban rápidamente disminuyendo mis ganas de saltar de emoción.

Salimos a la terraza del café con un frapuccino en mano a respirar ese aire lleno de humedad y a averiguar cuantos comensales faltaban por irse, pero las gotas del tan esperado líquido se hicieron presentes y mi cara de felicidad también.

Pasó la noche y la lluvia se precipitó enfurecida sobre los clientes que corriendo con sus copas de tinto en la mano y peinados de salón estropeados antes de llegar al lobby del café, reían y buscaban un lugar para protegerse. Meseros corriendo de la terraza a la barra guardando sombrillas, mesas y manteles, esperaban que el imprevisto no arruinara sus propinas...

Pero yo pegada al piso de la escalera, no retrocedí, las gotas caían, mi cabello se volvía lacio y oscuro, la playera parecía estar untada a mi piel, no escuchaba nada más que mis pensamientos, no veía nada más que el reflejo del agua en las lámparas, y no sentía más que el frío recorriendo súbitamente mi piel (y unos cuantos bloques de granizo después).

Fue la primer lluvia del año, la primera de tantas, y estaba allí, igual que mi ilusión y mis ganas de mojarme, vendrán más, estoy segura, pero ninguna como la primera, a las demás no se les teme, ni se sale desprevenido a la calle, simplemente no se espera. La lluvia moja mis penas, las desvanece y las convierte en agua. Son bebidas por la tierra y alimentan el suelo, pero yo me renuevo brincando charcos, corriendo descalza y estropeando peinados, nada más importa.

Es mi regalo divino, que sé que es sólo para mí. =D

Gracias lluvia, la próxima será sobre ruedas ;)

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