Ayer fue un día bastante agitado, bueno, eso sólo lo digo para justificar un poco mi fatiga y los sucesos que narraré a continuación.
Ante una propuesta fantástica de entrevistar a uno de mis periodistas inspiradores, pacté una cita con mi mejor amiga y colega, y con mi Productor del programa de Televisión. La cita sería en el lobby del Hotel Camino Real, ubicado justo en frente de la Expo Guadalajara, lugar sede de la Feria Internacional del Libro (FIL) así como punto de reunión de escritores, periodistas, académicos e investigadores. Qué panorama tan más periodístico tenía frente a mi.
Esperé sentada en un cómodo y amplío sillón de color tinto, saqué de mi bolsa un libro que compré justo un día antes y no había tenido tiempo de quitar la funda plástica que lo contenía. El libro de Lydia Cacho titulado "Esclavas del Poder" me transportó a lugares de pobreza extrema, a negociaciones ilícitas y trata de niñas menores de 10 años. me sentí completamente desilusionada de las personas en las que se deposita la confianza, y de las madres que sin remordimientos venden cuantas veces sea necesario a sus hijas.
Sumergida en la lectura y transportada a las calles de Estambul, un sonido me regresó al lobby, era el saludo de una de las amas de llaves del hotel, la cual vestida con un traje que más que uniforme, parecía salido de una película de los 80's, me sonrió dulcemente mientras con un trapo perfectamente doblado, limpiaba la mesa de centro que estaba frente a mí, acomodó los diversos ejemplares periódicos que se encontraban esparcidos en la mesa, se retiró casi imperceptible, sin hacer ruido al caminar, parecía más bien flotar cuando se tocaba el delantal gris y su vestido perfectamente planchado.
Ante esto me sentí dentro de una de esas películas donde la gente rica se sienta en el bar del hotel a hablar de negocios, mientras que la servidumbre hace que su estadía sea lo más cómoda posible. Miré alrededor y hombres con trajes sobrios, aparentemente de buenas marcas, se paseaba por el lobby y el restaurante del hotel, con sus gafetes acreditados de la Feria, fotógrafos y camarógrafos rondando por le hotel en busca de una nota. Muchos me miraron quizá pensando que podría darles una buena propina a los empleados que estaban al pendiente de mi, o una buena nota para los medios de comunicación.
Qué fácil es transportarte de un lugar a otro, ya sea con el poder de la lectura o de la imaginación. Puedo encontrarme vendiendo personas en Turquía, o disfrutando de un café con grandes pensadores en un hotel de cinco estrellas. Todo gracias a la magia de los libros, "esta es la fiesta de las letras" tal como lo diría Sanjuana Martínez.
Por lo pronto sigo esperando a los citados, parece que no llegarán, pero la experiencia que acabo de vivir es gracias a su retraso. Enhorabuena por eso!